Esta historia no está
escrita en ningún libro, esta versión
que estoy escribiendo por primera vez corresponde a la deducción de mis estudios de investigación basada en la
recopilación de muchos relatos orales. Estoy muy seguro que provocará polémicas
y muchos cuestionamientos, pero las futuras investigaciones y hallazgos me
darán la razón, provocando nuevas corrientes de pensamientos aunque en los más escépticos.
En 1822, un año después de la independencia del Perú, el general
José de San Martín solicitó un préstamo de 1.200.000 libras esterlinas.
Cada libra era de oro puro y pesaba 8 gramos. Que pasaría a administrar la junta
de accionista bajo la presidencia de José de san Martin. Durante todos esos
años círculo la libra esterlina. En 1879 y 1883 se da la Guerra del Pacifico Perú – Chile. Chile, a medida que avanzaba, realizaba saqueos en
todo el territorio peruano. Faltando unos 3 días para que el ejército chileno
llegue Lima y al ver que las libras esterlinas del gobierno peligraban, los
gobernantes del Perú tomaron sus
precauciones. Acá empieza la historia…
En aquel tiempo, el
presidente de la junta que administraba el tesoro y dinero del país, era un
español. Al ver que los chilenos ya estaban cerca, los objetos de oro, las libras
esterlinas y otros tesoros del país fueron encomendados a esta persona,
asignándole un séquito compuesto por 300 soldados y 600 mulas para transportar y ocultar todo hasta que pase la guerra. Cumpliendo las
ordenes emanadas de la superioridad los
tesoros fueron enterrados en lugares
lejanos. El español iba anotando y describiendo en clave los lugares donde quedaban escondidos los
tesoros y dejaba señales en las piedras
y en las faldas de los cerros, a fin de
garantizar su seguridad. Durante el camino iba dejando y enterrando los tesoros separando dos hombres y
cuatro mulas en diferentes lugares. Describía el nombre de los pueblos, de los
ríos y lagunas. Daba cicuta a los
soldados y los enterraba junto a los tesoros para evitar poner en riesgo los
tesoros del estado. Las descripciones parecen corresponder a la ruta que en la actualidad abarca los departamentos de Junín, Pasco, Huancayo y
Huánuco.
Cada mula transportaba
cincuenta kilos en una alforja, veinticinco kilos por lado entre oro,
plata, libras esterlinas, diamantes y
piedras preciosas. Que, como ya lo
dijimos más arriba, fueron enterrados en los encañadas de los ríos, debajo de enormes
piedras, en muchos lugares inimaginables, pero eso sí, siempre señaladas con
claves. Los he visto pero no logro aun descifrarlos.
El español, al
finalizar su misión retorno a Lima
después de casi dos meses. Al darse cuenta que era el único poseedor del
cuaderno, decidió marcharse, zarpó en el año 1883 del puerto del Callao rumbo a
España sin dejar rastros. Mientras el
país estaba ocupado en la guerra nadie lo buscó, pues el que había dado la
orden murió en la guerra con Chile. Recuerden que esto es real.
¿Demonios y como sabes
esta historia? Se estará preguntando el lector. En 1963 aparece otro español,
era el bisnieto del español fugitivo
responsable de los entierros de los tesoros. El bisnieto contrata un guía y se
dirige a la sierra central en
ferrocarril. Contrata veintidós hombres y al llegar a Huancayo basándose en las descripciones del cuaderno del bisabuelo logra desenterrar el
primer entierro . La descripción decía
así: “Debajo de la mama pancha
con donde nace su hijo menor se van a
tomar agua de mucha sed y un numero 2”.
La clave indicaba un
cerro que asemejaba una figura de mujer
y una figura de un bebe, en cuya cabecera nacía el riachuelo. En aquel lugar hallaron dos cargamentos de esterlinas y objetos en oro. El
bisnieto llego a desenterrar en otros
tres lugares más, pago a sus hombres y
retornó a España con el cuaderno. Recién empiezan a circular los primeros rumores. Diez años después, en 1973 regresa
nuevamente con el cuaderno y contrata un nuevo guía que lo lleve a Huánuco, a la provincia de
Ambo, allí contrata un grupo de obreros y
se dirigen a Maray Pata hasta el
lugar llamado Yurac Caballo.
En Maray Pata tratan
de ubicar la descripción y descifrar la señal, al no lograrlo, pernoctan en el lugar, al amanecer del día siguiente ubican
un lugar, pero al amanecer del tercer día el español al despertar se da con la ingrata
sorpresa de no poseer más el cuaderno, vociferando y rogando buscó el libro por
quince días, llego a ofrecer la mitad del tesoro a quien lo encontrara. Pero al
ver que sus esfuerzos eran vanos, no tuvo más remedio que retornar a su país.
Desde ese entonces la gente va y viene en búsqueda de tesoros.
Repito he estado allí y he visto las
claves. También he participado en los rituales de sacar oro tapado. Una cosa
les digo: “Nunca se metan con cosas que no conocen. La metafísica da explicaciones para los que quieran profundizar”.
Saben ¿Por qué no
habrán en ningún lado, las muestras de estas libras esterlinas?,
Pues han sido ocultadas y
enterradas.
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