El instrumental alquímico. Es en Grecia donde la Alquimia empieza a adquirir algunas de sus características que más tarde se harán definitivas. Una de ellas, la primera y más importante, es el proceso de destilación. Hasta los primeros alquimistas griegos, la destilación era algo completamente desconocido en el mundo. La primera descripción de un alambique que ha llegado hasta nosotros se atribuye a uno de los primeros alquimistas femeninos conocidos, María la Judía, y es citado a su vez por otro de los alquimistas más célebres de la antigüedad, Zósimo, gracias a cuyos escritos ha llegado hasta nosotros buena parte de la Alquimia griega. Este aparato (que esencialmente no sufrió ninguna variación hasta 1860) nos es descrito por Zósimo como un alambique de tres brazos, cuya utilidad (la de los tres brazos) no ha quedado aún suficientemente aclarada, ya que no estriba en la selección de los productos destilados, y se ignora cualquier otra posible aplicación. De todos modos, el alambique de tres brazos o tribikos fue muy usado a lo largo de los años por todos los alquimistas, al igual que el más normal de dos brazos o dibikos. A María la Judía se le atribuyen también otros varios inventos alquímicos, como son el método de calentar una sustancia mediante vapor de agua (método que en muchos países se conoce aún por "baño de maría"), y el Kerotaxis. El atanor es el instrumento básico del alquimista. Es un horno, pero se le conoce por atanor, ya que proviene del árabe al-tannur, que significa precisamente eso, "el horno". El horno alquímico, según la descripción que de él nos hace el alquimista Geber, ha de ser "cuadrado, de cuatro pies de longitud, tres de anchura, y un grosor de medio pie en las paredes". Los materiales a calcinar deben ser colocados dentro del horno en cazuelas de arcilla lo más resistentes posible,"como la arcilla que se emplea para la formación de crisoles, a fin de que puedan resistir la fuerza del fuego, incluso hasta la combustión total de la cosa a calcinar". Estos dos instrumentos básicos de las operaciones alquímicas no eran sin embargo los únicos. Para llevar a cabo su Gran Obra (es decir, la obtención de la Piedra Filosofal), el alquimista debía cumplir numerosas operaciones distintas, entre las cuales las más importantes eran la calcinación, la sublimación, la fusión, la cristalización y la destilación, para las cuales necesitaban de un heterogéneo instrumental, que según el inventario de algunos alquimistas comprendía más de ochenta aparatos distintos: hornos, lámparas, baños de agua y de ceniza, camas de estiércol, hornos de reverbero, ollas de escoria, crisoles, platos, vasos, jarras, frascos, redomas, morteros, filtros, cazos, coladores, batidores, alambiques, sublimadores... sin contar una serie de aparatos auxiliares como tenazas, soportes, etc. Y todos estos utensilios eran de fabricación realmente casera, ya que no existía en aquel tiempo una industria capaz de surtir al alquimista de todo su complejo arsenal. El alquimista, pues, debía diseñar por sí mismo su instrumental, basándose para ello en las descripciones de los mismos aparatos que hallaba en los libros antiguos. Por otro lado, y por motivos que veremos más adelante, el alquimista debía tener buen cuidado en escoger a quien debía hacerle los instrumentos, ya que los recelos y la codicia eran muchos y no todo el mundo merecía confianza. El Kerotaxis era un aparato usado para tratar los metales con vapores de otros metales, ácidos u otras sustancias, operación importante dentro del conjunto de labores alquímicas. En la parte inferior del instrumento se colocaba la sustancia vaporizable; en el centro, la paleta propiamente dicha, conteniendo el metal que debía ser atacado por los vapores. Bajo la acción del calor, la sustancia desprendía sus vapores, una parte de los cuales atacaba el metal, mientras que el resto se condensaba en la parte superior del aparato, resbalando por las paredes de nuevo hacia la parte inferior y volviendo a reanudar el ciclo, con lo cual se establecía un flujo continuo de vapores. |
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jueves, 5 de diciembre de 2013
el alquimista y sus instrumentos o herramientas
tesoro del rey salomon al descubierto
El tesoro del rey Salomón no era de oro
Las Minas del Rey Salomón, conocidas a través de la Biblia, del Torá y el Corán, han causado siempre la curiosidad y acaso la ambición de muchos investigadores, exploradores y arqueólogos, sin embargo, hasta la fecha, las pruebas de que realmente existiera han sido escasas por no decir nulas.
Sin embargo, un grupo internacional de arqueólogos (Estados Unidos, Europa y Jordania) acaban de descubrir un yacimiento de cobre enKhirbat en Nahas, en Jordania que dataría de la misma época del referido rey, es decir, entre los siglos IX y X antes de Cristo y que daría pie a creer, que en realidad el mítico tesoro del rey judío no era de oro (como se pensaba) sino de cobre.
Según Thomas Levy de la Universidad de California y director del referido grupo, existirían claros indicios de que hace unos 3.000 años el rey Salomón poseía grandes e importantes yacimientos mineros de cobre, los mismos que le sirvieron como suministro que servía tanto para fabricar armas como herramientas.
Arqueólogos judíos cuestionan hallazgo
Sin embargo, tal aseveración ha comenzado ya ha causar polémica. Uno de los que se oponen a esta teoría es el arqueólogo de la Universidad de Tel Aviv, Israel Finkelstein, quien ha señalado que “creer literalmente la descripción bíblica de Salomón es ignorar dos siglos de investigación bíblica".
Finkelstein junto con otros historiadores han recordado que tanto David y Salomón fueron, como mucho, líderes tribales cuando Jerusalén era un pequeña ciudad. Debido a esto consideran que si hubiera grandes yacimientos en la época dentro de la zona, era muy probable que hayan sido ellos quienes la explotaran.
Una de tantas más
Las Minas del Rey Salomón forman parte de la larga lista de monumentos bíblicos que intentan ser descubiertos por los arqueólogos e investigadores. En mayo del 2007 por ejemplo, arqueólogos alemanes anunciaron el hallazgo en Etiopía del Palacio de la reina de Saba, personaje vinculado con el rey Salomón, así también en agosto del 2004, un historiador británico presentó a la prensa la cueva donde Juan Bautista habría celebrado ritos de iniciación.
Sin embargo, un grupo internacional de arqueólogos (Estados Unidos, Europa y Jordania) acaban de descubrir un yacimiento de cobre enKhirbat en Nahas, en Jordania que dataría de la misma época del referido rey, es decir, entre los siglos IX y X antes de Cristo y que daría pie a creer, que en realidad el mítico tesoro del rey judío no era de oro (como se pensaba) sino de cobre.
Según Thomas Levy de la Universidad de California y director del referido grupo, existirían claros indicios de que hace unos 3.000 años el rey Salomón poseía grandes e importantes yacimientos mineros de cobre, los mismos que le sirvieron como suministro que servía tanto para fabricar armas como herramientas.
Arqueólogos judíos cuestionan hallazgo
Sin embargo, tal aseveración ha comenzado ya ha causar polémica. Uno de los que se oponen a esta teoría es el arqueólogo de la Universidad de Tel Aviv, Israel Finkelstein, quien ha señalado que “creer literalmente la descripción bíblica de Salomón es ignorar dos siglos de investigación bíblica".
Finkelstein junto con otros historiadores han recordado que tanto David y Salomón fueron, como mucho, líderes tribales cuando Jerusalén era un pequeña ciudad. Debido a esto consideran que si hubiera grandes yacimientos en la época dentro de la zona, era muy probable que hayan sido ellos quienes la explotaran.
Una de tantas más
Las Minas del Rey Salomón forman parte de la larga lista de monumentos bíblicos que intentan ser descubiertos por los arqueólogos e investigadores. En mayo del 2007 por ejemplo, arqueólogos alemanes anunciaron el hallazgo en Etiopía del Palacio de la reina de Saba, personaje vinculado con el rey Salomón, así también en agosto del 2004, un historiador británico presentó a la prensa la cueva donde Juan Bautista habría celebrado ritos de iniciación.
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