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jueves, 2 de enero de 2014
Nuestras Riquezas y Oro subastadas en el mundo
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Antiguo Perú y el Oro
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El oro y el lugar de raza mochica
El oro y el lugar de raza mochica
Se cuenta que uno de estos agricultores de Santiago de Cao tenía una chacra para el sembrío; a la margen del terreno se levantaba una inmensa huaca, hechura de los antiguos pobladores de lugar de raza mochica (aquí se refiere a la huaca Partida); pues valiosos son los restos dejados por los indígenas moradores diseminados por los contornos del valle. La huaca permanecía como un elevado montículo de tierra y adobes milenarios sin que el poseedor de las tierras tuviera la curiosidad de averiguar qué contenía en sus profundidades ni advertía ningún misterio; la gran huaca permanecía inconmovible ante la indiferencia del dueño.
La huaca Partida de donde se cree salía o entraba el carretón de oro. Vean el orificio al centro.
Cierto día, movido por el interés de ver el contenido de la huaca, el agricultor se acercó a ella y empezó a examinarla, abrió un forado y penetró muy cerca de las misteriosas habitaciones en la profundidad del arcaico monumento; cual no sería su sorpresa que en el interior de una inmensa habitación revestido de un material que parecía espejos que proyectaban luces en diversas direcciones, al centro de la gran sala permanecía una enorme carreta de oro atada a una yunta de toros también de oro con su gañán (un indígena ataviado de luminosas vestiduras del mismo rico metal). Al contemplar esta valiosa carreta que significaba inmensas riquezas, el agricultor tuvo el temor de penetrar cerca del hallazgo y retornó a la población para avisar a sus compadres y concurrir juntos a la huaca para extraer el valioso tesoro.
La noche había caído en el valle, las sombras habían cubierto el paraje; ayudados por linternas lograron llegar cerca de la huaca que se destacaba en la oscuridad. Cuando estuvieron muy cerca y divisaron el carretón de oro, sucedió un acontecimiento mágico, el gañán despertó de su encantamiento, aguijoneó la yunta y emprendió veloz retirada con dirección a la Huaca Prieta (obra del Hombre de Huaca Prieta que es más antiguo que los hombres mochicas) donde se internó sin dejar ninguna huella. El recorrido de una huaca a la otra se hizo en medio de una intensa luminosidad irradiada por el oro en contacto con el cielo estrellado, y todo el valle permaneció unos instantes iluminado hasta que el carretón se sepultó en las profundidades de la huaca.
En la mente de los que vieron aquel misterioso carruaje aparecido, cuenta la tradición, empezaron a trabajar durante la noche para buscar el preciado tesoro escondido en la huaca Prieta. Muchas semanas y hasta meses demoraron para abrir alguna trocha y tratar de penetrar a las entrañas del monumental resto arqueológico que aún se mantiene intacto junto al mar. Algunas huellas de excavaciones hechos por los huaqueros han deteriorado parte de este monumento histórico.
Después de meditar ante la riqueza que se ofrecía a su vista optaron por acercarse más donde se encontraba el famoso Carretón de Oro, y cuál no sería la sorpresa de los buscadores de tesoros que se repitió el acontecimiento; el gañán despertó de su encantamiento, aguijoneó la yunta se desplazó por sobre los descubridores como visión alada alejándose con dirección al mar. Los presentes vieron que el carretón arrastrado por la yunta y dirigida por su gañán, abrió un amplio camino entre las aguas….y se perdió en la inmensidad con dirección a la isla Macabí en el océano Pacífico.
Un atardecer en la playa El Brujo donde, según esta versión, el carretón partió de la huaca Prieta con dirección al mar de Grau.
…...La superstición pueblerina piensa que aquel encantado botín significa la riqueza del pueblo que algún espíritu beneficio quiso entregarle a la persona que había realizado muchos beneficios a los humildes y se había purificado ante los altares del Supremo Hacedor (Dios). Su descubrimiento por alguien que no merecía recibir tanta fortuna fue causa para que se perdiera en la inmensidad del mar y se mantenga en el encanto.
….El carretón: significa la riqueza de la tierra, la yunta: el esfuerzo por conseguir el progreso: y el gañán: el trabajador infatigable para las tareas agrícolas. Se descubra a los ojos de los habitantes del lugar que la negligencia acarrea atrasos y que sólo el trabajo constituye el principal móvil para alcanzar el desarrollo y el progreso.
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La carreta de oro
Sobre un relato que, hasta el momento, puse atención a dos versiones.
Primera versión
Hace muchísimos años los habitantes de la Villa de Santiago de Cao estaban acostumbrados a ver, en las noches de luna llena, un deslumbrante carretón de oro jalado por un par de robustos bueyes. Este carretón encantado salía de una de las huacas colindantes con el pueblo, se desplazaba por las orillas de la playa El Charco y siguiendo el rumbo al norte se perdía en una de las huacas que tiene el solitario paraje denominado El Brujo.
Nadie, ni los huaqueros más celebrados, trataron de interceptar su paso o desenterrarlo. Por ser un pueblo sumamente católico, sabían a lo que se exponían, pues pensaban que el oro estaba emparentado con el demonio.
Bueyes parecidos a éstos se habla en el relato (foto que tomé del Museo Chiclín-2010).
Recién el siglo XIX, por los años de la invasión chilena, se despertó la ambición por apoderarse del carretón de oro. Un grupo de invasores chilenos, enterados de su existencia se propusieron desenterrarlo y llevarse a su país el carretón de oro encantado. Esa noche la luna estaba en su pleno esplendor, sólo el rumor de las olas del mar rompía el monótono silencio de la espera. Desde temprano había estado haciendo guardia al pie de la huaca de donde lo veían salir.
Pasada la medianoche y cuando ya todos estaban desanimados y cansados, surgió rutilante el carretón de oro. Los chilenos lo siguieron a corta distancia para no romper el embrujo y perderlo de vista. Lo vieron desplazarse raudo por la orilla del mar en dirección a El Brujo. Pasó de largo la Huaca Prieta y se introdujo en la que hoy se le conoce como “Huaca Partida” o “Huaca El Brujo”(1).
Sin pérdida de tiempo comenzaron a cavar la huaca y después de un enorme esfuerzo lograron desenterrarlo. Atónitos y satisfechos, los chilenos pudieron comprobar que el carretón era de oro macizo. Tratando de reponer energías, decidieron tomarse un descanso antes de cargar su preciado tesoro.
Las primeras horas del día empezaban a disipar las sombras de la noche. Para evitar que el carretón se les escapara, tuvieron el cuidado de asegurarlo con sogas y estacas. Sucedió sin embargo que al despuntar el día, el carretón cobró vida y empezó a movilizarse. Rompió las ataduras y se desplazó con dirección a la playa. Los chilenos al darse cuenta de que se les escapaba, corrieron desesperados tratando de darle alcance.
El carretón de oro a medida que se desplazaba cobraba mayor velocidad. Descendió la cuesta y dando tumbos llegó a la orilla del mar. Siempre perseguido por los chilenos, el carretón de oro se internó en el mar y surcando sus aguas se perdió en sus profundidades.
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